Hola amigos,
Hoy os voy a dejar la entrevista que le hicieron al autor de Vino Torcido, hace poco que me he enterado de la existencia de este libro.
Se ve que el autor, hace 2 años que está dando clases por España de Prevención! él como os podréis imaginar, es alcohólico, pero periodista al mismo tiempo. El caso es que cuantos más seamos los que denunciemos con MAYÚSCULAS lo que es, antes encontraremos la solución:
Joaquín Santaella empezó a darse cuenta de que era alcohólico poco a poco. «Un día empiezas a pensar que estás bebiendo mucho. Otro día te lo dicen los demás. Luego te das cuenta de que metes la pata de una manera espantosa. De pronto te ves a ti mismo conduciendo por una autopista a 130 kilómetros por hora con una botella de wisky bajo el asiento. Un día te despiertas rodeado de personajes de ficción y, aunque sigues sin querer admitirlo, llega un momento en que se produce la luz», cuenta el periodista y escritor.
La decisión que se toma tras ese momento de lucidez puede cambiar el final de la historia. El periodista y escritor logró salir de su particular infierno después de tres lustros de lucha. De la experiencia nació un libro 'Vino torcido' y una intención: contarle a la gente que el alcohol es una droga dura y transmitirles que se puede escapar de ella. Lo hará mañana en Cáceres y el martes en Badajoz en el Aula HOY.
-Si me lo permite, vamos a empezar por el final, ¿cómo se consigue salir del alcoholismo?
-Lo que me sacó del alcohol fue la libertad individual. Me di cuenta de que dependía de mí beber o no beber. Y ese anhelo de libertad es el que me hizo romper con la atadura espantosa del alcohol que me estaba impidiendo ser yo y me estaba dominando.
-¿Es compatible el alcoholismo con una vida aparentemente 'normal'?
-Para nada. Cuando llegas a un nivel de enganche que ya no tiene retorno lo pierdes todo. Surgen problemas con la familia, la pareja, el trabajo, los amigos. Empiezan los accidentes de tráfico... No puedes ni comer.
-¿Es necesario tocar fondo para tomar la decisión de dejarlo?
-Es deseable tocar fondo, siempre que se tenga la suerte de no romperse la cabeza en el impacto, para coger impulso y salir para arriba. Si no llegas a ese punto la recuperación pocas veces llega a ser total.
-¿Por qué resulta tan fácil entrar y tan difícil salir?
-Yo lo resolví en 15 años y pasé por 12 centros de rehabilitación. Hay quien lo hace antes y también quien no lo consigue nunca. Pero es cierto que es fácil entrar porque el alcohol es algo que está muy presente en nuestra vida y que, además, no se admite como droga. Mientras no entendamos que el alcohol es una droga dura no sabremos nada. Existe una resistencia enorme a admitirlo como tal, porque hay intereses económicos y sociales. Se produce el contrasentido de que la misma sociedad que fomenta el consumo de alcohol es la que luego aparta como un apestado al alcohólico.
-¿Qué cree que se esconde detrás de esa doble moral?
-Pues muchas cosas. Todos los países producen alcohol y es inimaginable la economía de todos ellos sin el PIB procedente de la producción de estos productos. Así como la Ley Antitabaco prosperó porque la incidencia de esta sustancia en la economía española es prácticamente nula, en España, con el alcohol hubo una intentona que fue la ley del vino, y a los dos meses hubo que meterla en un cajón.
-¿Cambiaría la actitud del Gobierno si los gastos por consumo de alcohol, directos e indirectos, duplicaran o triplicaran los ingresos, como en el caso del tabaco?
-Esa es una de las claves del asunto. Los gobernantes son gestores y suelen tener poco de altruistas. Cuando se dieron cuenta de que los gastos del tabaco les desbordaban (enfermedades crónicas, bajas, consultas...), se plantaron. Fue una cuestión puramente contable. En el caso del alcohol se intentó hacer lo mismo, pero chocaba con intereses muy particulares, como antes hemos mencionado y el asunto se paró.
-¿Cree que se puede arreglar algo mediante prohibiciones?
-No soy nada fundamentalista en ese sentido. Soy de la opinión que toda actividad que es requerida por la humanidad es mejor tenerla regulada. El sentimiento que yo tengo para con el alcohol ahora mismo es de pura gratitud, por haberme hecho ver la luz. El problema no está en las sustancias, sino en las personas. No todo el mundo tolera el alcohol, la cocaína o las pastillas.
-Hay quien dice que con la crisis ha aumentado el número de alcohólicos, ¿es necesario un motivo para caer en esta enfermedad?
-Por supuesto que no. En mi caso, yo caí por pura juerga. Y este es un aviso a navegantes en un contexto social en los que miles de menores hacen botellón todos los fines de semana y parece que no pasa nada. Me parece un fenómeno escalofriante. No se entiende que todavía no se hayan tomado medidas al respecto. Es importante tener claro que hay quien recurre al alcohol porque tiene problemas y también quien lo hace, precisamente, porque no los tiene: por pura diversión y exceso. Ya me dirás los niños de doce o trece años, qué problemas pueden tener. La tipología del alcohólico es muy variada y, aunque hay quien piensa que son 'tiraos', yo quiero dejar muy claro que le puede pasar a cualquiera. Yo era un profesional y tenía una buena vida y terminé en la misma situación que otros que no tenían dada que ver conmigo.
-¿Cuál puede ser la solución?
-Llamar a las cosas por su nombre y en eso estoy yo. Hace dos años que viajo por toda España para contarle a la gente mi experiencia. Es lo que haré en Cáceres y Badajoz. Las reacciones son muy diversas. La mayoría se lleva las manos a la cabeza porque no admiten el alcohol como droga, que es un término que está muy demonizado socialmente. A muchos les cuesta que les pongas un espejo delante.
-¿Por eso decidió compartir públicamente su experiencia?
-Quería pulverizar el tabú, que es una cosa muy dañina. La dificultad de salir del alcohol viene determinada por la de aceptarlo uno mismo, que a su vez está marcada por el rechazo que siente la sociedad hacia el alcohólico. Por eso es importante salir del armario y contar que existe un camino de vuelta.
-En su libro recoge el testimonio de diferentes personas a las que conoció en los centros de rehabilitación, ¿qué aprendió de ellos?
-Cuando uno llega a un centro de rehabilitación hecho polvo piensa que lo ha visto todo, que le ha pasado de todo, y te das cuenta de que tu caso no es nada comparado con el de otras personas que tienes al lado. Ese choque inesperado es enormemente terapéutico.
-¿Por qué decidió escribir 'Vino torcido'?
-Cuando estaba en estos centros yo escribía un diario con mis pensamientos, dibujos, testimonios. Como periodista y escritor me di cuenta de que era un material importante y decidí mantenerlo como un diario mínimamente novelado en el que sólo he cambiado los nombres. Vamos por la sexta edición y acaba de salir una nueva edición de una nueva editorial llamada 'El Páramo'. Yo creo que su éxito tiene que ver con que todo el mundo conoce a alguien que tiene algún problema con la bebida en mayor o en menor medida.